Ingerir bebidas energizantes mezcladas con otro fármaco o droga excitante puede causar daños irreparables en la salud provocando, por ejemplo, accidentes cardiovasculares severos que pueden desencadenar crisis hipertensivas, hemorragias cerebrales o infartos cardíacos."El peligro de unir dos excitantes es que se potencian. Si la persona está consumiendo cocaína o anfetaminas y bebidas energizantes, la mezcla puede ser muy dañina", señala el farmacólogo Diego Bustamante (MSc), académico del Programa de Farmacología Molecular y Clínica del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.El especialista explica que en términos generales las drogas que afectan al sistema nervioso central, se clasifican en depresores y excitantes. Los primeros hiperpolarizan o inhiben la actividad neuronal. Los segundos, en cambio, despolarizan las neuronas, es decir, las excitan, dejándolas más activas, modificando con ello todas las funciones superiores."Si una persona no puede conciliar el sueño porque está muy ansiosa, es probable que su médico le prescriba un depresor. Si, por el contrario, el paciente es apático y depresivo, le podrían indicar un excitante", explica Bustamante.Los depresores dejan al sistema nervioso central menos reactivo. Ejemplo de estas drogas son las benzodiazepinas, barbitúricos, antiepilépticos, neurolépticos, antihistamínicos, marihuana y alcohol etílico. En tanto, entre los fármacos excitantes -que permiten que las personas estén más alerta- se cuentan las anfetaminas, antidepresivos, sustancias anorexígenas, cocaína, nicotina y cafeína.Según el especialista, desde el punto de vista clínico toxicológico también es muy peligrosa la asociación entre dos depresores. Si una persona consumiera alcohol mientras está tomando, por ejemplo, benzodiazepinas, se arriesgaría a sufrir de un sueño profundo y a padecer amnesia anterógrada. "En estos casos, el sujeto no recuerda lo ocurrido unas horas antes de producida la ingesta de los depresores. El riesgo en estos casos es más bien de corte social que biológico. Imaginemos una persona que toma tres o cuatro copas de vino durante la comida, lo más probable es que a esa altura sienta los efectos depresores del alcohol, o sea, que tenga sueño y esté aletargado. Si esa misma persona hubiese tomado una benzodiazepina o un antihistamínico en las últimas 24 horas podría tener los mismos efectos con sólo dos copas de vino. Si tomara más podría terminar durmiendo profundamente y con un cuadro amnésico. Lo peligroso es que alguien podría aprovecharse de esta situación, por ejemplo, para robarle", añade Bustamante.En cuanto a los excitantes, el especialista enfatiza que uno de ellos es la cafeína, componente esencial de las bebidas energizantes. Tomarse una lata equivale a dos o tres tazas de café de grano. El peligro está en que pueden desencadenar problemas cardiovasculares, sobre todo si alguien consume más de tres y las mezcla con otro fármaco excitante como cocaína y anfetamina. "Las consecuencias pueden ser muy graves. Este es un verdadero cóctel con riesgo vital, sin importar si el sujeto es joven o viejo, porque le afecta a todos sin distinción. En los años '70 y '80 el excitante más popular era la anfetamina, hoy el riesgo se focaliza en la cocaína y un derivado amfetamínico conocido como éxtasis. El llamado, por supuesto, es a no consumirla, especialmente si se va a mezclar con otro fármaco o droga similar", dice.Bustamante explica que un área a la que se ha dedicado es la farmacodinamia, que estudia el mecanismo de acción de los fármacos o drogas. El especialista dictará conferencias sobre este tema durante el Curso de Neurosicofarmacología que organizan el Instituto de Ciencias Biomédicas y la Escuela de Postgrado de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, en conjunto con la Sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía.En este curso avanzado -que se llevará a cabo entre el viernes 6 de junio y el 2 de agosto de 2003- también se abordarán otros temas, tales como: neurotransmisión química, mecanismos moleculares de las enfermedades neurológicas (incluidos estrés oxidativo, apoptosis o muerte celular y toxicidad por calcio), métodos de detección de psicofármacos y sustancias de abuso, bioquímica y farmacología del trastorno bipolar, terapia génica y desarrollo de nuevos fármacos.
(Bibliografía - universa.cl)